ATAMBORES DEL SIGLO XV. CONSIDERACIONES SOBRE LOS TAMBORES MEDIEVALES
¿Se usaron los atambores para transmitir órdenes de combate
claras y precisas antes de la llegada de las grandes cajas de guerra
cilíndricas suizas a fines del siglo XV?
Todas las fuentes e investigaciones parecen indicar que NO.
No vamos a repetir investigaciones de excelentes especialistas en la percusión medieval, como por ejemplo Mauricio Molina, que entre sus trabajos ya nos dice en uno, de divulgación general, lo siguiente:
En la Revista SCHERZO nº343 (septiembre 2018)
sobre Música Medieval, concretamente el intitulado “Cum recta percussione”,
(pp. 106 y siguientes) escribe Molina que
“Los
tambores cilíndricos de gran tamaño no aparecen registrados hasta al menos
finales del siglo XV y por tanto pertenecen a otra época y estéticas
musicales”.
Evidentemente,
eran con esas cajas redoblantes con las que se transmitían las ordenanzas. Es
más, toda parece indicar que se inventaron para usarse en la milicia y transmitir eficientemente, por su sonoridad, órdenes.
Los
instrumentos de percusión no se empleaban en la guerra entre las huestes
cristianas peninsulares hasta finales del siglo XV: Ya en el otoño de la Edad
Media, si observamos detenidamente tapices de batallas, no vemos tambores todavía; por ejemplo, en el Tapiz
de Pastrana (cerco de Arcila 1471),
sólo hay trompetas rectas. Estos son documentos iconográficos esenciales para
reconstruir las armas de guerra de este momento.
Tapiz del Cerco de Arcila
de 1471, en el Museo Parroquial de Pastrana (Guadalajara). En esta serie de
tapices de origen portugués coetáneos del libro de Valturio no se observa
ningún tambor de guerra, solo trompetas rectas. Por el contrario, es un
documento esencial para reconstruir las armas de guerra de este momento Fuente:
Wikipedia.
Tampoco se citan en la antigüedad, como el De
Re militari de Flavio Vegecio, (en la antigüedad fueron los instrumentos de
metal los vinculados a la guerra); ni Christine de Pisan (1364-1430) en su obra,
1410, Faits d'armes et de chevalerie. Ni siquiera el muy influente Roberto Valturio, 1472, Opera
dell´arte Militare cita algo similar a una caja cilíndrica. A finales del
siglo XV Valturio habla de “alcuni altri ordigni quali la concavitate batendo
sono resonati” (cap. IIII De la Musica e in quale cosa cum l’arte militare si
convenga). Estos son los ATABALES.
Ni tampoco los vemos en los grabados de la batalla de Guinegatte (1479)… no sigamos, pues parece llegar a ningún sitio.
Sólo aparecen retratados, y en numerosas ocasiones, en la Chronica de Spiezer Schilling, Berna, ilustrada por Diebold Schilling el Viejo, hacia 1480. Un documento suizo en el que hasta incluso encontramos una canción que canta los atambores y pífanos:
Bern,_Burgerbibliothek,_Mss.h.h.I.16,_p._207_–_Diebold_Schilling,_Spiezer_Chronik
“21. Después hubo una canción que fue
hecha por él
5. Puedes escuchar los Pífanos y atambores.
Di que eres valiente; …”[1]
Fragmento de Lied de 1468 .
Como ya dijimos en un artículo anterior, la clave del tambor militar está en los Suyzaros: Estos soldados suizos, o esguízaros, prestaron un relevante servicio en ejércitos extranjeros desde la Baja Edad Media hasta la época de la Ilustración. Fueron las tropas mercenarias más solicitadas del mundo por sus probadas capacidades y su supremacía militar. En el Reino de España, los Reyes Católicos supieron en la década de los años 70 de su enorme eficacia y éxito al derrotar los Reisläufer (infantería suiza) a la caballería borgoñona en las batallas de Granson y Morat (1476), y el asedio de Nancy (1477), donde dieron una lección de estrategia a los europeos. Con ellos empieza una nueva forma de hacerse la guerra, alejada de las formas medievales, que basaba el ataque en la caballería pesada. Por esta razón, los suizos (Çoyços en el texto) ya son citados en la Crónica incompleta de los Reyes Católicos[2]:
Muy interesante es esta Crónica también por ser citados los instrumentos musicales de guerra de este 1475: trompetas bastardas, trompetas italianas, atambores, atabales y tamboriles:
"TÍTULO [XXXI]. De cómo el rey mandó
algar su real y seguir la via de Toro, y quánto iua poderoso, y quiénes eran
los grandes que alli a seruir venieron. 16 de julio de 1475.
… ¿Quién dirá que jamás pudo ver campos
floridos de tan luzida gente? Allí, con las batallas de los ombres de armas,
las trompetas bastardas y atabales con diuersos instrumentos, y, con los
ginetes, trompetas italianas, y con el peonaje, atambores y tamboriles…”
TÍTULO [XXXIII] De cómo el rey y su
hueste algo real para ir a Toro y de cómo el real se asentó media legua de
Toro, y quánto con aquella gente paregia que señorearía el mundo
No parece que esos sones en la batalla de Toro de 1475 sirviesen para transmitir poco más que señales, pero no órdenes claras y concisas de táctica y movimiento de peones. El cronista dice que " siempre llevaban el tono de los diversos sones en las orejas" y que tenían los oídos siempre ocupados aún después de apartarse de las batallas. A mi entender, ahí no hay órdenes; lo interpreto como una superposición de músicas diversas, melodías y ritmos, creando efectos de tumulto sonoro. Lo de los tonos de los diversos sones, lo interpreto como un tinnitus por sobreexposición al tumulto sonoro de las músicas de esos instrumentos citados.
Álbum de la Infantería española desde sus primitivos tiempos hasta el día por el Conde de Clonard.
Madrid, 1861, Imprenta y litografía militar del atlas. San Bernardino 7.
Vemos en la lámina 23 la interpretación que hace Clonard del atambor de 1488, tras su inclusión en una Compañía por Real Cédula de los Reyes Católicos de 15 de enero.
La transmisión de órdenes claras y concisas estará reservado a las grandes cajas de guerra de la infantería, que ya estaban cambiando en manos de los suizos el arte de la guerra, junto al nuevo uso de armas como la pica o “chuzo”, en combinación con las espingardas y rodeleros.
En España tenemos ya incluidos los atambores en una compañía, o capitanía, en 1488, año en el que aparece por primera vez uno de estos instrumentos en la Sillería baja de la Catedral de Granada, como ya mostramos en su momento. En la Real Cédula de los Reyes Católicos de 15 de enero, se reorganizan las tropas de la Santa Hermandad para la guerra de Granada: 10.000 hombres repartidos en doce capitanías y cada capitanía (o compañía) estará formada por 833 hombres: 720 lanceros, 80 espingarderos, 24 cuadrilleros, ocho atambores y un abanderado. Los capitanes y cuadrilleros eran nombrados por los Reyes. Mandaba el ejército un capitán general que tenía a su servicio un alcaide, un contador y un tesorero. Varias capitanías formaban una Batalla, que podía ser de peones o caballería, aunque habitualmente se componían de ambas [3]. Recomiendo ver ahora la foto del tambor de la silla nº 12, toma de Mojácar, de la Catedral de Toledo, la cual encabeza esta web.
Por cierto, ese año de 1488 en mayo se movilizó a Juan Valencia, un alcalde de la fortaleza de Hellín, que ya había luchado en 1487 en la campaña de Málaga en la Cuarta Batalla de gente de a pie:
"Para
que no traigan armas los de la fortaleza de Hellín" salvo el alcaide Juan
de Valencian
Archivo General de Simancas, RGS, LEG,148805,79
Hellín pagó para ese año 27.260 maravedís[4] en 1487. 30 maravedís por día y por 80, hace un total de al menos 10 hombre movilizados, más el alcalde Juan de Valencia.
En 1488, Treinta mil, como podemos ver en el documento siguiente: "A vos el concejo dela Villa de fellyn [Hellín] treynta mill maravedís".
A este respecto, hay una fuente muy interesante, en donde se recoge que, efectivamente, para no romper la formación, los piqueros avanzaban a redoble de tambor: Quirini[5] nos dice cómo se llega al choque de picas a la manera suiza: “y no falta sino que los infantes del escuadrón se aproximen al enemigo, cuando estos están a tiro de escopeta, el capitán manda a golpe de atambor que todo el mundo, con gran griterío, arremeta sin desordenarse hasta el choque”.
Esta táctica sería perfeccionada a principios del siglo XVI por los españoles, concretamente por Gonzalo de Ayora, como veremos en una próxima entrada de esta web.
Enseguida nos surge una duda. ¿Cómo serían y, sobre todo, sonarían los atambores que se citan en la Crónica incompleta de los Reyes Católicos?
Una posible respuesta la tenemos el vídeo con el que se inicia este artículo:
He empleado un tambor de marco medieval para reconstruir una sonoridad lo más fiel posible a 1475, ante de la llegada de los atambores cilíndricos cajas redoblantes de los suizos, que se introducen ya en España con la Real Cédula de 1488 en las compañías, como acabamos de decir.
El genérico nombre de Atambor era un nombre
ambivalente, que sirvió prácticamente para denominar cualquier tipo membranófono en la Edad Media
en las fuentes escritas en lengua romance castellano. Entre estas tipologías
variopintas de atambores medievales, también algunos de ellos fueron usados en
la guerra, como hemos escrito en otros artículos, especialmente los musulmanes
sí hicieron uso de ellos. Pero atención, muy importante, todos los instrumentos
medievales musulmanes citados por los cristianos como atamores o atambores eran
en realidad Nácaras o Atabales. Y NO nos
consta en ningún sitio qué tipo de órdenes pudieron transmitir estas nácaras y
atabales, si es que transmitían órdenes. Las fuentes cristianas nos hablan, por
el contrario del roido[6]
que hacían, a la par de los alaridos que daban los musulmanes.
Por
el contrario, el atambor suizo del siglo XV es una caja de guerra redoblante
cilíndrica con dos haces y que se toca con palillos y normalmente se asocia al
pífano. Ese atambor, como ya hemos citado, es una caja de guerra, y así fue
definida por Sebastián de Covarrubias en 1611, que era usada básicamente para transmitir
órdenes, como veremos y sobre todo, escucharemos, en los siguientes artículos.
Quedamos
emplazados para esto: ¿Qué órdenes transmitían los atambores de guerra
renacentistas y cómo sonaban? Próximamente, en esta web.
[1] Die Berner-Chronik des Diebold Schilling 1468-148. Erster Band. Seite 29.
(La Crónica de Berna de Dielbold Schilling (1468-1484). Primera parte, página 29. Publicado e impreso en Berna por K.J. Wyss, 1897.
21. Hienach stat ein lied, das von disem
zuge gemacht wart (1468)
“…5. Man
hort im Pfiffen und Trommen
ruch sach
man sin müt:…”
[2] Crónica incompleta de los Reyes Católicos (1469-1476). Pp. 328-29. Según un manuscrito anónimo de la época. Prólogo y notas de Julio Puyol. Madrid 1934, Archivos Olózaga.
Habitualmente se cita que la obra abarca de 1469 a 1476. Sin embargo, al citarse en el texto el cerco y batalla de Nancy en la que Carlos el Temerario perdió la vida, ya en enero de 1477, pienso que fue escrito con posterioridad a esa fecha de 1476.
[3] Museo militar Vol. I Varios autores. Barcelona 1883 Editorial de Evaristo Ullastres, pp. 310
[4] Cartulario Real 1484-95 fol. 23v-24-r. Archivo Municipal Murcia. Citado por BOSQUE CARCELLER, R.: Murcia y los Reyes Católicos, Murcia, 1953. Hay una segunda edición, muy asequible, publicada por la Real Academia Alfonso X en 1994
Cartulario AMMU C.R. Nº 799 folio 203 r. podemos ver "Villa Fellyn treinta mil maravedís". Corresponde a 1488.
[5] QUIRINI, V. (1507) Relazione di Vinzenzi Quirini, en AAVV (1862): Relazioni degli ambasciatori veneti al senato durante il secolo decimosesto, S. I. Vol VI. Firenze: Societá editrice Fiorentina, pp. 21.
[6] Cantar de mio Cid (hacia 1140)
“¡Que priessa va en los moros!; e tornaronsen a armar, 695
ante roido de atamores la tierra querie quebrar”. 696
Primera crónica general estoria de España que mandó componer Alfonso El Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289. Edición de Ramón Menéndez Pidal, 1906. AGENCIA ESTATAL BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO MADRID, 2022. .
Capitulo 1043: Capitulo de las azes de Abenhut et del ordenamiento de los cristianos, et de commo don Aluar Perez (de Castro) fizo descabezar los moros que trayen catiuos. (Hecho histórico fechado en 1225)
“Et las bozes et los alaridos de los moros, et los roydos de los atanbores et de los annafiles eran tan grandes que semeiaua que zielo et tierra todo se fondia”. Pp. 754